Domadora de algoritmos

Ahora ya puedes escuchar este artículo.

Esta semana en una de las sesiones de innovación que estoy facilitando, en un ejercicio, una persona me preguntaba cómo definiría todo lo que hago profesionalmente hablando, en una sola frase.

Sin pensarlo me aventuré a decir: “domadora de algoritmos”.

A ver, antes de que me juzgues deja te platico por qué llegué a esa conclusión.

En su sentido más simple un algoritmo es un conjunto de instrucciones ejecutadas para lograr cierto efecto deseado. Existen tres construcciones básicas en un algoritmo:

Vistos de este modo, los algoritmos han estado con nosotros desde antes de la aparición de las computadoras. Las reglas, normas, regulaciones y leyes; son todas formas de algoritmos.

Otro ejemplo es la burocracia, que está llena de reglas, si entonces, en su mayor parte. Estructuras de toma de decisiones sobre quién debe tomar decisiones y bajo qué tipo de reglas.

Una de las primeras leyes algorítmicas de las que tenemos registro escrito, es el código de Hammurabi, básicamente es un conjunto de reglas sobre sentencias, si un hombre destruye el ojo de otro hombre, destruirán su ojo. Si rompe el hueso de otro hombre, entonces le romperán el hueso, un algoritmo bastante claro, con muchos sesgos, por supuesto, ya que también dice que, si un hombre destruye el ojo de un hombre libre o rompe el hueso de un hombre libre, deberá pagar una mina de oro, pero si destruye el ojo de un esclavo o rompe el hueso de un esclavo, puede pagar solo la mitad de este precio, por lo que está muy clara la distinción entre dañar a un hombre libre y a un esclavo.

Mi punto es que, las burocracias hacen explícitos los sesgos algorítmicos de una sociedad. Son buenas en la medida en que sistematizan cómo tratamos las situaciones en el mundo, las hacen racionales, repetibles, más rápidas, más confiables y fiables, pero también describen los problemas de la sociedad en esas reglas.

Si seguimos tirando del hilo, nos damos cuenta de que, los sistemas que hemos creado son en esencia algorítmicos.

Por eso no es de extrañarse que hoy en día, “los otros algoritmos”, los digitales, sean los que nos están gobernando. Elijen qué vemos, cuándo lo vemos, de qué hablamos, cómo hablamos, cómo escribimos, cómo pensamos, qué comemos, por quién votamos y en el peor de los casos, elijen cómo debemos sentirnos y quiénes debemos ser.

Por eso di esa respuesta, porque por más que me digan que escriba contenido con otros titulares “para que tenga más alcance”, o que me comporte de cierta manera “para parecer más interesante”, o que use “los prompts del momento”, no lo hago.

No lo hago porque quiero seguir haciendo lo que me gusta, cómo me gusta, bajo mis propios términos. Y en medida de lo posible (o de lo que creo que es posible), me la paso domando a los algoritmos.

¿Será que nuestro comportamiento le da forma a los algoritmos o los algoritmos le dan forma a nuestro comportamiento?

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