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7 mitos sobre la creatividad 

Muchas personas, a medida que se convierten en adultos y se instalan en un trabajo o en un estilo de vida en particular, se hacen preguntas sobre si la carrera profesional que han seguido hasta el momento es lo que quieren seguir haciendo por el resto de sus vidas, lo que les lleva a plantearse si es demasiado tarde para renunciar y comenzar a explorar otro camino. 

A lo largo de mi experiencia como consultora en temas de innovación y creatividad, he tenido la fortuna de ver como muchos de esos adultos deciden arriesgar lo que hasta el momento parecía seguro para darle un giro totalmente distinto, construir una carrera creativa y ganar dinero haciendo algo que realmente aman.  

Pero antes de llegar ahí, por lo regular atraviesan un camino de muchísima incertidumbre, ya que lo primero que les pasa por la cabeza es que no tienen la capacidad usar su creatividad para servir a los demás, influenciar positivamente otras vidas y mucho menos de ganar dinero haciéndolo.

Cuando los he visto atorados en ese camino les he comentado que la única forma posible de avanzar es cumpliendo un requisito: voluntad incondicional. Esto no es otra cosa que decidirse dejar atrás y «desaprender» los años de adoctrinamiento y educación de la escuela que para la mayoría comenzó entre los tres y cuatro años de edad. 

 ¿Y por qué sugiero esto? Porque justo en este periodo de “enseñanza” es donde nos han insertado los más grandes mitos respecto a la creatividad, mismos que me he dado a la tarea de desmitificar a continuación: 

1. Solo algunos son creativos 

En 1968, un científico e investigador de Arizona, el Dr. George Land, junto con su pareja y esposa, la Dra. Beth Jarman, realizaron un estudio de investigación para probar la creatividad de 1,600 niños de entre tres y cinco años de edad que estaban inscritos en un programa Head Start. Desarrollaron la prueba de creatividad original a petición de la NASA, que quería seleccionar a los ingenieros y científicos más innovadores y asignarlos a sus problemas más difíciles.  

La evaluación funcionó tan bien que Land y Jarman vieron la oportunidad de probarla en niños. La prueba consistió en analizar un problema y proponer ideas nuevas, diferentes e innovadoras. El noventa y ocho por ciento de los niños de cinco años obtuvieron el nivel más alto de creatividad. Land y Jarman volvieron a evaluar a los mismos niños a los diez años, y nuevamente a los quince años. Los resultados fueron muy diferentes; solo el 30 por ciento de los niños de diez años y solo el 12 por ciento de los de quince años obtuvieron el nivel más alto de creatividad. Cuando dieron la misma prueba a 280,000 adultos cuya edad promedio era de treinta años, sólo el 2 por ciento obtuvo una puntuación altamente creativa. Los hallazgos de estos estudios fueron y siguen siendo asombrosos. Según Land, el problema surgió de los sistemas educativos de todo el mundo que empujan a los niños hacia qué pensar en lugar de cómo pensar.  

Land demostró que la creatividad es una parte normal de cada ser humano que se suprime a medida que aprendemos más reglas, hechos y teorías «incuestionables», así como como por pruebas estandarizadas que insisten en una sola respuesta correcta para cada una de las preguntas.  

Según las conclusiones de Land, el camino de regreso a nuestro yo de cinco años es respetando y nutriendo nuestra fértil imaginación, nuestros sueños, las ideas que parecen tontas y extravagantes, y permitiendo que salgan a la superficie y se conviertan en creaciones concretas.  

Eso es lo que todos deberíamos hacer de manera constante, tomar todas las ideas locas que revolotean dentro de nosotros y permitir que salgan a la superficie.  

2. La creatividad es solo algo que “le pasa” a algunos cuantos 

Uno de los mitos más peligrosos perpetuados durante siglos es que la creatividad viene por sí sola, sin ningún esfuerzo por nuestra parte, en un repentino destello de perspicacia, o cuando alguna caprichosa musa griega aparece inesperadamente para inspirar. Todavía podemos recurrir a las musas a veces, pero ahora sabemos que la creatividad vive dentro de cada uno de nosotros, y para expresarla al máximo, debemos trabajar en ello. Definitivamente no es algo que “te pasa”, inclusive los llamados momentos «aha» no ocurren de manera espontánea, son el resultado de hacer el trabajo y estar lo suficientemente en sintonía para reconocer nuestros destellos intuitivos como piezas creativas de un rompecabezas más grande. La creatividad es un «hacer», una serie de actividades; es un músculo que o bien se fortalece o se atrofia dependiendo de cuánto lo usemos.  

Así es como crece la creatividad, cuando las personas perfeccionan su oficio con pasión, persistencia y disciplina. Para crear algo nuevo, las personas tienen que actuar, probar diferentes ideas y proporcionar soluciones novedosas. Así nació el cubismo, el movimiento artístico más influyente del siglo XX. Todos pensamos en Pablo Picasso cuando pensamos en el cubismo, pero la escultura de construcción cubista de Georges Braque precedió a las suyas y a las obras cubistas de Picasso sobre papel y pinturas.

Georges Braque

Braque había estado dibujando y pintando desde la infancia y comenzó a trabajar como artista a tiempo completo en 1901, inicialmente tomando el impresionismo como su estilo, luego cambiando al fauvismo en 1905, y más tarde se convirtió en el inventor del cubismo junto con Picasso, a quien conoció en 1907. A partir de entonces y durante los siguientes seis años, los dos artistas se volvieron inseparables.  

En el otoño de 1912, Braque, mientras deambulaba por las calles de Aviñón, vio algo en el escaparate de una tienda que le llamó la atención. Era un rollo de papel pintado que simulaba paneles de roble. Ver el papel tapiz le hizo pensar en preguntas como cómo aportar dimensionalidad a las pinturas para que no parecieran planas y cómo romper con ellas. Una semana después, Braque regresó a la tienda, lo compró y, una vez en su estudio, comenzó a cortarlo en diferentes formas. Luego pegó los fragmentos en uno de sus dibujos al carbón, que representaba palabras, un tazón de vidrio, peras y uvas.

Después de eso, dibujó y pintó sobre el papel de madera falso y lo montó sobre una mezcla de arena. Eso aportó textura y aún más dimensión a la composición. Al hacer esto, Braque inventó el medio artístico del collage, una nueva forma creativa que otros artistas cubistas, dadaístas, surrealistas y otros adoptaron rápidamente.  

Limones. Georges Braque

Aunque pueda parecer un momento «eureka», Braque tardó años en abrazar diferentes estilos, experimentar y pensar en soluciones a sus problemas artísticos por venir, con una verdadera innovación. Braque dijo más tarde:

«Después de haber hecho el papier collé, sentí un gran shock y fue aún mayor para Picasso cuando se lo mostré».  

Si somos honestos, el collage moderno, como lo inventó Braque, fue el precursor del decoupage, el fotomontaje, Photoshop y Pinterest. 

3. La creatividad es solo para artistas 

Es intencional que el ejemplo de arriba fuera sobre artistas, ya que ellos son el ejemplo perfecto a emular cuando intentamos despertar nuestras mejores ideas, sin embargo, la creatividad no es ni debe confundirse con el talento artístico, así como tampoco debemos pensar que la creatividad les pertenece solo a los artistas.  

Es cierto que los artistas dependen en gran medida (aunque no exclusivamente) de su creatividad y su capacidad artística, pero la creatividad es aplicable a todas las facetas de la vida y a todas las empresas independientemente de la industria. Incluso si no tienes ningún talento artístico, la creatividad sigue siendo tuya.  

Thomas Alva Edison, una de las mentes más creativas de la historia, inventó el fonógrafo, la batería recargable, la cámara de cine y la bombilla eléctrica. Esto no se debió a la habilidad artística, sino a un puro deseo de usar su creatividad para desafiar el statu quo para el mejoramiento de la humanidad. Ya sea usando su intuición, o siendo intencionalmente conscientes de cómo funciona la creatividad, los inventores y empresarios no son diferentes de los artistas. Saben que, para llegar a ese avance creativo, todos esos «músculos» deben ejercitarse diariamente.  

La creatividad se desarrolla en aquellos que ponen el trabajo, incluso en los proyectos más improbables. Cualquiera puede ser creativo en los negocios, independientemente de sus antecedentes o industria, si trabaja en ello. Prueba de ello es la historia de un monje benedictino francés llamado Pierre Pérignon que, en 1668, fue enviado a la abadía de Saint-Pierre d’Hautvillers, cerca de Reims, donde fue nombrado administrador y maestro de bodega. Cien años antes, la abadía había sido saqueada y estaba completamente abandonada. En 1603, comenzó la reconstrucción y se replantaron los viñedos. Cuando Dom (Padre) Pérignon llegó, le dieron la tarea de aumentar rápidamente los ingresos de Hautvillers para continuar financiando la restauración.  

Fue entonces que Dom Pérignon se propuso hacer «el mejor vino del mundo». Día tras día, Pérignon visitaba las bodegas, vigilaba las barricas, observaba todas las actividades en los viñedos, tomaba notas liberales y vigilaba los detalles que otros pensaban insignificante. Todo le interesaba. Cuestionó todos los métodos y puso cada botella al revés hasta que encontró lo que funcionaba, eliminó lo que no funcionó y experimentó con cosas nuevas. Un monje benedictino puede parecer un extraño candidato para la creatividad y la innovación, particularmente como inventor de lo que se convirtió en un producto de lujo asociado con la realeza. Pero a este hombre, que siguió un régimen de oración, estudio y trabajo manual, se le dio un problema que resolver: ganar más dinero para financiar la restauración de la abadía.  

Mejoró la calidad de los vinos con sus nuevas técnicas inventivas, incluida la recolección de solo las mejores uvas y el uso de corchos en lugar de palos de madera, una innovación nunca antes vista en toda la región. Se podría pensar que la creatividad del monje se limitaba a la mejora del producto, pero Pérignon también era un comercializador innovador. Se dio cuenta de que Luis XIV, el Rey Sol, bebía casi exclusivamente vino espumoso y sabía que todo lo que hacía el rey se convertía en una tendencia social en Francia.  

Pérignon decidió enviar varias botellas de su vino a Versalles. Luis XIV no solo amaba el vino de Pérignon, sino que declaró que era el mejor de Francia. La nobleza francesa prestó atención. A partir de entonces, la reputación de Champagne como una región para la excelente vinificación se disparó tan rápido como la demanda de su vino. Después de cuarenta y siete años en Hautvillers, donde murió, Dom Pérignon hizo famosa la región de Champagne en todas partes de Francia y fue en gran parte responsable de perfeccionar los métodos de vinificación que todavía se usan hoy en día.  

La creatividad es la voluntad de desafiar el statu quo y encontrar mejores soluciones que las que existen, como lo hicieron Braque, Thomas Edison y Dom Pérignon. Cada uno de ellos poseía habilidades y destrezas muy diferentes, sin embargo, lo que tenían en común era una inmensa reserva de creatividad. La creatividad es un recurso inagotable; cuanto más trabajas en él, más se reproduce.  

4. La creatividad es un chispazo 

Algo que ocurre con el mito de que la creatividad es una » chispa repentina y milagrosa de la creatividad» es que nos hace pensar que usar la creatividad es estar lejos de tener disciplina y/o estructura, que no hay que seguir reglas y simplemente «hay que volvernos locos» hasta que se nos ocurra una idea. Esta es una visión romántica de la vida bohemia, donde los artistas trabajan cuando el estado se los permite, mienttras que se divierten la gran parte del tiempo. Sí, los artistas se divierten, pero los más exitosos priorizan su trabajo en torno a la estructura y la rutina.  

Podemos mirar la vida de Picasso y aprender de él. No es casualidad que todavía ocupe el primer lugar, certificado por Guinness World Records, como el artista visual más prolífico de la historia: 13,500 pinturas y diseños; 100,000 grabados, 34,000 ilustraciones de libros, y 300 esculturas y cerámicas.  

¿Cuál era su secreto? Trabajó todos los días, obsesivamente, y persiguió el objetivo solitario de su arte con exclusión de prácticamente todo lo demás. A la edad de veintiséis años, Picasso y su novia, Fernande Olivier, vivían juntos en un apartamento en el Boulevard de Clichy en París en el que él tenía su estudio. Todos los días, incluidos los fines de semana, se despertaba tarde, se encerraba en el estudio a partir de las 2:00 p.m., y trabajaba allí hasta el anochecer. Comía poco y evitaba a los invitados. Debido a la soledad de Fernande, ella le preguntó si podían tener domingos «en casa», una idea que había tomado prestada de Gertrude Stein y Alice B. Toklas.  

Picasso estuvo de acuerdo, y los domingos se convirtieron en el único día que verían a todos sus amigos, en casa. Años más tarde, en noviembre de 1918, cuando Picasso estaba casado con Olga Khokhlova, se instalaron en un gran apartamento en el segundo piso de 23 Rue de la Boétie en París. Los Picasso dividieron el espacioso piso en cuartos para él y para ella.  

La mitad de Picasso era su espacio de trabajo, lleno de pinceles, ollas de pintura, tubos de óleo aplanados en el suelo y lienzos apoyados contra las paredes, en el que mantenía una rutina igualmente intensa que en años anteriores. Alrededor de ese tiempo, compró una gran propiedad llamada Boisgeloup, a una hora de París, en el pueblo de Gisors en Normandía. Quería una casa en la que pudiera tener un segundo estudio para el verano y utilizar el espacio para hacer grandes esculturas, lo que era imposible de hacer en su apartamento parisino.  

Su amigo y fotógrafo Brassaï recordó que, en una visita a la finca del campo, cuando caía la noche, para seguir trabajando, Picasso encendió una lámpara de aceite grande. No había electricidad en el cobertizo, y le recordó a su infancia cuando dibujó a la luz de una vela insertada en el cuello de una botella. Tal era la obsesión de Picasso con su obra que más tarde, después de separarse de Olga, Picasso consiguió un estudio en 7 Rue des Grands Augustins, al que finalmente también se mudó.  

El lugar estaba desordenado y lleno de suministros de arte y lienzos, pedazos de papel, modelos de esculturas y libros. El polvo lo cubrió todo. Picasso a veces decía que «preservaba las cosas». Podía darse cuenta de que algo había sido movido por la señora de la limpieza porque el lugar no tendría polvo. En este estudio, Brassaï le preguntó: «¿De dónde sacas tantas ideas?» Picasso respondió: «Las ideas son simplemente puntos de partida… Tan pronto como empiezo a trabajar, otras brotan en mi pluma. Para saber lo que vas a dibujar, tienes que empezar a dibujar». Picasso, uno de los mayores genios de la historia, pintaba uno y a veces dos lienzos al día y le decía a su amigo, en sus propias palabras, que la creatividad es un «hacer».  

Cuando Picasso murió en 1973 a la edad de noventa y un años, tenía un patrimonio neto estimado de $500 millones, aunque algunos dicen que era más alto que eso. Ajustado por inflación, eso es $ 2.9 mil millones en la actualidad. Marc Blondeau, ex director de Sotheby’s France, dijo a Vanity Fair que «si Picasso estuviera vivo hoy, sería uno de los diez hombres más ricos del mundo». Nada mal para los que piensan que los artistas son un grupo de hippies sentados en una lugar esperando inspiración.  

Por si te lo estás preguntando, Picasso nació en el seno de una familia de clase media en Málaga, en el sur de España; su padre era profesor de arte y su madre ama de casa. No heredó su riqueza de sus padres; la construyó por su cuenta, con su creatividad y su arte.  

Joan Miró también tenía una estricta rutina. A principios de la década de 1930, se despertaba a las 6:00 a.m., todos los días, incluidos los fines de semana, bebía una taza de café y comía tostadas; a las 7:00 a.m., estaba en su estudio trabajando directamente hasta el mediodía, cuando hacía ejercicio durante una hora. Si estaba en París, boxearía, si estaba en Barcelona, saltaría la cuerda o haría gimnasia, o correría y nadaría en la playa. A la 1:00 p.m. teía un almuerzo ligero y luego cinco minutos de lo que llamó «yoga mediterráneo «, o lo que hoy llamamos una siesta de poder (power nap). A las 2:00 p.m. veía amigos o se ocupaba de asuntos de negocios, tal vez escribía algunas cartas, y a las 3:00 p.m. estaba de vuelta en el estudio, que dejaba a las 8:00 p.m. para cenar con su familia.  

No solo hizo más de dos mil pinturas, mil litografías y diez mil dibujos y collages, sino que creó otro trabajo que incluía esculturas públicas gigantes, tapices y textiles, cerámicas, murales e incluso libros que él mismo produjo. Tal vez no tengamos el lujo de ir a nadar a la playa a mitad del día, pero Miró nos muestra que la creatividad requiere reglas, parámetros, y una fuerte ética de trabajo.  

El tener rutinas diarias y rituales y seguirlos religiosamente, paradójicamente, es lo que nos mantiene desatascados y fluyendo creativamente. Así que siguiendo lo que hacía Dalí, si alguna vez experimentas un bloqueo creativo, la solución simple es seguir trabajando diligentemente. La disciplina para seguir con una rutina despierta la creatividad y materializa los avances.  

5. La creatividad es cuestión de genética 

¿Qué pasa con la genética? ¿Se hereda la creatividad? ¿Viene empaquetada en nuestra secuencia de ADN desde el momento de la concepción? Seguro que, si buscas ahora mismo una respuesta en Google, te encontrarás con una docena de estudios diferentes sobre genes y creatividad, muchos de ellos no concluyentes. 

Pero no te preocupes, aquí estoy yo para evitarte esa ardua búsqueda, a diferencia de esos estudios, los hallazgos de Baptiste Barbot, profesor asistente en psicología en la Universidad de Pace y profesor asistente adjunto en el Centro de Estudios Infantiles de la Universidad de Yale; después de muchos años estudiando el genoma humano, concluyeron que la creatividad es un concepto dinámico, basado en muchos factores como la toma de riesgos, la personalidad, los intereses y el pensamiento asociativo, y que los genes no juegan ningún papel.  

El Dr. Elkhonon Goldberg, investigador activo en el campo de la neurociencia cognitiva, profesor clínico de neurología en la Universidad de Nueva York y autor de varios libros sobre temas relacionados con el cerebro, determinó después de muchos años de investigación y observación que la creatividad es una amalgama de rasgos no relacionados con la composición genética de cada persona.  

Disculpa si esto anula tu oportunidad de culpar al ADN por tu falta de creatividad, pero es que hacerlo no solo sería inexacto, sino también te quitaría todo tu poder creativo. Las cosas que hacemos mejor como humanos son aprender, adaptarnos, crear y hacer cultura. La creatividad y la cultura no se ven afectadas por nuestros genes y no pueden transmitirse genéticamente a nuestros descendientes; todo el mundo es creativo o puede serlo.  

6. La creatividad se lleva a cabo en el lado derecho del cerebro 

Es 2022, y yo sigo escuchando gente que insiste en llamarse a sí mismos o etiquetar a los demás como de cerebro izquierdo (analítico, bueno en matemáticas y lógico) o de cerebro derecho (artístico, intuitivo e imaginativo).  

Por esa razón es importante que conozcas la historia de Eric Kandel, un médico y científico nacido en Austria, con sede en Nueva York, que ganó el Premio Nobel de Fisiología en 2000 por su investigación sobre cómo funciona el cerebro. Concluyó que tanto el lado derecho como el izquierdo del cerebro se necesitan mutuamente; lo creativo no podría funcionar sin lo analítico y viceversa. El hemisferio derecho del cerebro no funciona aislado del izquierdo. Del mismo modo, es incorrecto concluir que el cerebro izquierdo no es creativo.  

En síntesis, la imagen que ves arriba es obsoleta, las ideas creativas provienen de ambos lados de nuestro cerebro. Nuestro cerebro es complejo y las interacciones entre los hemisferios son necesarias y no pueden ser simplemente compartimentadas. El novelista y periodista británico-húngaro Arthur Koestler lo dijo mejor en su libro de 1964, The Act of Creation:

«La actividad creativa es un tipo de proceso de aprendizaje en el que el maestro y el alumno se encuentran en el mismo individuo».

Todo lo que necesitamos para ser creativos ya está dentro de nosotros.  

7. La creatividad no se puede enseñar ni tampoco aprender 

Si me pagaran por cada vez que he escuchado a alguien decir: ¡No soy creativo! Sería millonaria. Afortunadamente para todos, por más que sintamos que no somos creativos, la buena noticia es que todos podemos aprender a ser creativos y lo maravilloso es que nuestros cerebros no está conectado de una sola manera. 

Michael Merzenich, profesor emérito y neurocientífico de la Universidad de California en San Francisco, hizo el enorme descubrimiento de la neuroplasticidad después de años de estudiar a los pacientes y realizar estudios rigurosos. Eso significa que el cerebro no solo crece, sino que también cambia, mucho después de la edad adulta. Sus extensos datos indican que cuanto más nos involucramos voluntariamente en algo continuamente y nos desafiamos a nosotros mismos, más se reconecta el cerebro. La palabra mágica es voluntad incondicional; tienes que querer ser creativo.  

Usar tus experiencias y tu inteligencia para llegar a ideas creativas de valor tiene que ser significativo para ti. Aprender a ser creativo, aplicando diferentes métodos y hábitos, puede reconectar tu cerebro para que sea más creativo. Cuando aprendes algo nuevo como un idioma extranjero, o cómo jugar un videojuego, tu cerebro cambia físicamente. Además, cada vez que tienes una nueva experiencia, tu mapeo neuronal se altera, y esas nuevas estructuras y mapas dan como resultado más conexiones entre conceptos. Así es como formamos nuevas ideas. Solo tú puedes crear estas conexiones y unir tus experiencias con conceptos que has aprendido, que son los cimientos de la creatividad, aplicando hábitos diarios que aumenten tu observación, intuición y capacidad para construir conexiones puede reconectar tu cerebro y convertirlo en uno más creativo.

Un estudio publicado en el European Journal of Social Psychology por Phillippa Lally, investigadora de psicología de la salud en el University College de Londres, y su equipo, examinó los hábitos de noventa y seis personas durante un período de doce semanas. Cada persona eligió realizar un nuevo hábito durante doce semanas e informó cada día sobre si lo hizo y qué tan automático se sentía.  

Al final de las doce semanas, los investigadores analizaron los datos para determinar cuánto tiempo le tomó a cada persona pasar de comenzar un nuevo comportamiento a hacerlo automáticamente. En promedio, tomó sesenta y seis días para que los nuevos hábitos se volvieran naturales y para que el cerebro se reconectara a sí mismo.  

Así que ahora ya lo sabes, el primer paso es tomar la decisión de convertirte en una persona creativa y disipar el mito de que la creatividad no se puede enseñar o aprender.  

Pensamientos finales sobre la creatividad 

Vivimos en la primera línea de un cambio impredecible. La avalancha de tecnología junto con los trastornos sociales, políticos, económicos y culturales que enfrentamos exigen soluciones creativas a los problemas de las grandes y pequeñas empresas todos los días. El uso continuo de nuestra creatividad y voluntad de innovar es la única solución que tenemos para adelantarnos a estos cambios dramáticos. La creatividad está al alcance de cualquiera que quiera desarrollarla. Reclama esta realidad para ti. Podemos aprender a innovar. Podemos desafiar el statu quo.  

Algunas ideas de por dónde empezar: 

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