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Rediseñando el capitalismo

Es momento de plantear seria y urgentemente una pregunta (la más importante de todas que nos hemos planteado en los últimos 300 años). ¿Los humanos actuales sobreviviremos a la sexta extinción masiva en la Tierra?

Este artículo se originó cuando vi este video de Claire Elise Boucher, mejor conocida por su nombre artístico “Grimes”. Si no la conoces es una cantante, compositora, músico, productora discográfica, artista visual y directora de vídeos musicales canadiense (además de ser esposa de Elon Musk). Este es el video que compartió en TikTok:

Sus ideas me hicieron pensar profundamente el ¿por qué ella está interesada en este tema? En su video expone algunas ideas sobre inteligencia artificial, comunismo y agricultura. En el video, ella menciona que la mayoría de los comunistas que conoce «no son grandes admiradores de la IA», pero luego argumenta que «la IA es en realidad el camino más rápido hacia el comunismo”. Grimes plantea la hipótesis de que la IA podría automatizar la agricultura y «eliminar la corrupción sistemática», proporcionando alimentos para todos sin que nadie tenga que trabajar y que todo estén cubiertos con un estado de bienestar y estilo de vida cómodo.

Hagamos un poco de memoria sobre los ideales. Cuando los filósofos y economistas alemanes Friedrich Engels y Karl Marx fueron coautores del “Manifiesto Comunista” de 1848, ellos vivieron un momento en donde la Primera Revolución Industrial estaba prácticamente culminada. Las máquinas y la energía a vapor habían transformado la economía. El Manifiesto Comunista propuso que, en última instancia, el capitalismo se autodestruiría, solo para ser reemplazado por el socialismo y luego el comunismo. Según Engels y Marx, eso traería verdadera igualdad.

Grimes trae de vuelta esos ideales, pero ahora contextualizado en un mundo en donde la tecnología se ha apropiado del capital y la inevitable intersección con la Inteligencia Artificial, podría tomar las herramientas de producción para darle una cierta “libertad” a la humanidad. Las críticas no se hicieron esperar. El mundo Internet reaccionó negativamente ante esta idea de Grimes, pero yo me lo tomé totalmente personal. ¿Por qué lo diría ahora? ¿Qué tipo de ideas está teniendo en conversación con Elon Musk? Porque es justo este par, los que podrían definir el uso y evolución de la Inteligencia Artificial y ese comentario en video, es solo un destello hipotético de las pretensiones de sus proyectos.

El inicio de todo

Una de las tendencias más preocupantes del mundo actual es “la normalización de la catástrofe”. Son tantas las malas noticias y tan seguidas, que es la misma maleabilidad y adaptabilidad humana, la que ha minimizado la gravedad e importancia de los eventos que nos están ocurriendo como humanidad. Además los humanos logramos privilegiar el “placer” por encima de la incomodidad. Así que es muy fácil aislarse de esas señales negativas y terminar seducidos por nuestro timeline en las redes sociales o pasando horas frente a la pantalla viendo Netflix.

¿Pero en verdad estamos haciendo las cosas bien como humanidad? En un artículo de la BBC , Matthew Wilburn King exponía una idea fascinante: cuál es la siguiente etapa del capitalismo. Cuando el economista y filósofo Adam Smith escribió “La riqueza de las naciones”, estaba observando el capitalismo industrial naciente de 1776, así que describió el nacimiento de una nueva forma de actividad humana: el capitalismo industrial.

Es obvio analizar que el liderazgo de las monarquías autocráticas y las jerarquías eclesiásticas entre los siglos IX y XV, comenzaran a desmoronarse a medida que la gente afirmaba cada vez más su derecho a la libertad individual. Ese fue el inicio de las ideas que nos llevaron al “capitalismo” como sistema económico debido a la flexibilidad que permitía para los derechos de propiedad privada, la elección personal, el espíritu empresarial y la innovación. Además trajo conceptos como la democracia como sistema de gobierno por su enfoque en la libertad política individual. Todo en un planteamiento de mayor libertad individual que cambió el contrato social de la época.

Pero hoy 300 años después de ese momento estamos aquí. La práctica del capitalismo ha creado una postura “profit centrista” que le da prioridad a las ganancias a corto plazo (cultura de la inmediatez) y privilegia los esfuerzos agresivos de crecimiento y pensamiento exponencial, sin importar los efectos ambientales o daños sociales. En una encuesta de 2020 realizada por la firma de marketing y relaciones públicas Edelman, el 57% de las personas en todo el mundo manifestaron que «el capitalismo tal como existe hoy hace más daño que bien en el mundo”.

Es indudable que el sistema capitalista ha creado una brecha de desigualdad pero su contra argumento es que gracias a él, millones de personas en todo el mundo salieron de la pobreza absoluta (claro todo esto es discutible, pero hay una sensación de positivismo y desarrollo gracias al capitalismo). Pero en la realidad, las personas tienen menos confianza en las instituciones y experimentan una sensación de injusticia social que está llevándonos a conflictos y resentimiento.

Para los economistas Anne Case y Sir Angus Deaton, autores del libro “Deaths of Despair and the Future of Capitalism”, durante las últimas dos décadas, las muertes por suicidio, sobredosis de drogas y alcoholismo han aumentado dramáticamente, y ahora se cobran cientos de miles de vidas estadounidenses cada año. Esto ha provocado resentimiento y ayudaron a impulsar el surgimiento de la política polarizada que hemos visto durante la última década que llevó a la Presidencia a Trump (movimiento trumpista que sigue vivo), Andrés Manuel López Obrador ó Jair Bolsonaro. Un aumento en la estrategia de polarización que nos llevará a un punto de inflexión, en donde la presión sigue subiendo sumado a la desigualdad arraigada, el creciente costo de vida en constante crecimiento, la privatización extrema, la inseguridad pública y el dominio de las empresas delincuenciales.

¿Qué sigue? ¿Iniciar una rebelión? Si hay algo que distingue al capitalismo es su capacidad de devorar cualquier ideología contraria o rebelión. El capitalismo se toma todo estrictamente e implacablemente empresarial. El capitalismo entenderá, estudiará y tomará tu rebelión, la imprimirá en una playera y te la venderá. Esto lo ha logrado después de varios siglos de exposición, práctica y defensa de la ideología del mercado y la forma de vida, están estructuradas de tal manera que las poblaciones han aceptado plenamente (y defenderán) la realidad que conocen ya que con esas bases está construida su vida cotidiana (y con ello su cultura completa).

Temo ser negativo pero esa es la razón por la que no cambiaremos como humanidad. El capitalismo nos ha amputado la realidad, nos ha dada una alucinación social, un escapismo intelectual, una promesa en donde todos los días nos levantamos para ganar dinero, no para vivir la vida, sino para pasar la vida ganando dinero en una competencia brutal. El capitalismo nos ha quitado la creatividad, nos ha arrebatado el contacto con la naturaleza y ha apagado la imaginación al imponernos procesos, comodidad y eficiencia.

El futuro del capitalismo

Yo soy de la idea de que necesitamos hipótesis nuevas y radicales que evolucionen el contrato social, económico, social y cultural del capitalismo. Ya no podemos continuar con la ideas de “ganancias y crecimiento” por una simple razón: no fueron suficientes y devastaron al planeta. En el fondo la sociedad exige oportunidades dignas de trabajo, acceso a la vivienda asequible, una mejor educación, atención médica de calidad, seguridad, entretenimiento y un medio ambiente limpio en donde vivir.

Los economistas Michael Jacobs y Mariana Mazzucato, plantean en su el libro “Rethinking Capitalism” que el capitalismo occidental no está irremediablemente destinado al fracaso, pero es necesario repensarlo.

La buena noticia es que hay modelos sucediendo actualmente como la «economía de la dona” , una teoría propuesta por la economista inglesa y autora Kate Raworth, que sugiere que es posible prosperar económicamente como sociedad y al mismo tiempo permanecer dentro de los límites sociales y planetarios. Con su hipótesis, busca satisfacer las necesidades básicas del ser humano sin exprimir los recursos limitados del planeta.

La ciudad de Ámsterdam es la primera institución pública que se apunta al modelo de la dona. Sus responsables han aprobado una estrategia para lograr una economía completamente circular en 2030. Estas son las principales medidas para relanzar la economía de Ámsterdam en la ‘nueva normalidad’:

Otra interesante hipótesis es el modelo de las «cinco capitales» articulado por Jonathan Porritt, el autor de “Capitalism as if the World Matters” (Capitalismo como si el mundo importara). Porritt pide la integración de cinco pilares del capital humano: capital natural, humano, social, manufacturado y financiero, en los modelos económicos existentes. Esto ha creando un movimiento llamado “B-Corporation”. Las empresas certificadas con el modelo “B”, se adhieren a la obligación legal de considerar «el impacto de sus decisiones en sus trabajadores, clientes, proveedores, comunidad y el medio ambiente».

Su declaración propone que las empresas deben hacer más que ofrecer beneficios a sus accionistas. Además, deben invertir en sus empleados y contribuir a la mejora de los elementos humanos, naturales y sociales del capital al que Porritt se refiere en su modelo, en lugar de centrarse únicamente en el capital financiero.

Podemos decir que ese mundo que observó Adam Smith de 1776 (capitalismo industrial naciente), ya no describe el mundo en el que nos convertimos y en el que necesitamos urgentemente transformarnos. El futuro del capitalismo y nuestro planeta depende de este entendimiento y de la claridad que tengamos los líderes de compañías y países, para tomar decisiones inmediatas.

The Green New Deal

Jeremy Rifkin es un sociólogo, economista, escritor, orador, asesor político y activista estadounidense, que investiga el impacto de los cambios científicos y tecnológicos en la economía, la fuerza de trabajo, la sociedad y el medio ambiente. En su libro, “The Green New Deal: Why the Fossil Fuel Civilization Will Collapse by 2028 and the Bold Economic Plan to Save Life on Earth”, no solo establece una fecha del colapso del actual régimen de combustibles fósiles, sino que propone un nuevo modelo económico en un mundo post-carbono.

Jeremy afirma que tenemos un planeta acuático y que por cada aumento de 1°C en la temperatura global promedio, se evaporará un 7% más de agua del suelo. Como resultado, más precipitación se concentra en las nubes, aumentando la incidencia de desastres naturales (tifones, huracanes, tormentas, ciclones, etc). Esto provocará la pérdida del 50% de todas las especies de la Tierra antes de la próxima década. Lo que obligará al humano a repensar la vida en la Tierra, con una nueva visión económica y un plan de juego para ejecutarla. Es decir, volver a planificar la vida humana en la Tierra. Jeremy ve tres tecnologías pilares que están convergiendo para formar otro cambio de paradigma:

Con este escenario de Jeremy Rifkin, es fácil entender por qué Bill Gates posee la mayoría de las tierras agrícolas en los Estados Unidos (242,000 acres de tierras de cultivo más casi 30,000 acres adicionales de tierra en su cartera de bienes raíces). Su apuesta es una: si los humanos no somos capaces de cuidar la tierra para cultivar los alimentos ante la crisis ambiental, él tiene los recursos y la tecnología para crear un negocio con ello.

Y por otro lado tenemos la arrogancia de Jeff Bezos diciendo “La única forma que veo para implementar tanto recurso financiero es convirtiendo mis ganancias de Amazon en viajes espaciales. Eso es básicamente… no lo vas a gastar en una segunda cena”. En las manos y las mentes de esos “líderes” estamos. Líderes que encabezan una economía profundamente quebrada, a tal grado que a los ricos no les queda nada para comprar, mientras que los pobres luchan por lo básico de la vida: atención médica, educación, finanzas, vivienda, comida.

Seguimos obsesionados con el crecimiento exponencial

A pesar de todos los datos que están explotando frente a nosotros, seguimos apuntando al crecimiento exponencial. Me parece absolutamente urgente plantear que el motor del capitalismo (crecimiento) necesita redefinir la idea de “éxito, estatus social y bienestar». Y tal vez la respuesta no nos guste, pero no es el crecimiento.

Estamos tan obsesionados con la escalabilidad y rentabilidad que hemos dejado de prestar atención a la entrega de valor real en todas las escalas. La era industrial nos hizo eso. Llegar al mercado masivo tiene prioridad sobre entregar valor a cada cliente. La adquisición de nuevos clientes supera a la entrega de valor a los clientes existentes. Todas las métricas aplicadas para evaluar nuevas oportunidades de “negocio” tienen más que ver con la escalabilidad y el ajuste que con la creación de nuevo valor para el cliente

La fuerza laboral actual se convirtió en una servidumbre por contrato que trabajan para hacer cosas súper baratas con las que alimentar las fauces insaciables de ese nuevo mundo rico. Hoy el 85% de la humanidad existe para servir los caprichos del otro 15%, y ese 15% está acostumbrado a consumir cosas de manera tan desenfrenada, despiadada, voraz, estúpida, que los ecosistemas del planeta han sido devorados en cuestión de décadas.

Todo y todos son un “recurso” que deben capturar, transformar y explotar para aumentar su riqueza, no importa el costo. El modelo de desarrollo y crecimiento materialista cuantitativo (capitalismo y consumismo), que se cree que está sacando a millones de la pobreza, está haciendo exactamente lo contrario. Más del 60% de las especies (y su diversidad) de plantas y animales se han extinguido en los últimos 50 años. Solo los humanos homogéneos (y ese 10% superior) están prosperando a costa de todo y de todos los demás. El 90% de los individuos y ninguno de los elementos o especies tienen voz real y están sujetos a sistemas hechos por la Economía. La economía imperante en la actualidad se está volviendo como el cáncer que se está comiendo todo el cuerpo, la ecología, la vida animal, nuestros recursos… y ya sabemos quiénes somos los siguientes.

Si hay una lección que hemos aprendido en todos estos años, es que más consumo o más ingresos no significa realmente más felicidad. Este fenómeno se llama la paradoja de Easterlin. En 1974, Richard Easterlin demostró que por encima de cierto umbral, un aumento en el producto interno bruto (el valor total de todos los bienes y servicios) ya no está necesariamente acompañado de una mejora en la felicidad subjetiva. Independientemente del aumento en los ingresos, la satisfacción subjetiva aumenta solo ligeramente o nada.
Significa que después de que se satisfacen nuestras necesidades materiales básicas, cualquier consumo adicional hace poco o nada para mejorar la felicidad o la salud mental.

¿Qué tal plantear un decrecimiento?

Crece la idea de que una disminución del crecimiento es inevitable, ya sea «por diseño», es decir, compatible democráticamente y socialmente, diseñado ese modelo teniendo en cuenta las necesidades de todos; o «por desastre», es decir, no planificado y causada por catástrofes provocadas por los límites ecológicos y sociales del crecimiento. Ambos caminos nos llevarán a ese contexto. Uno de ellos, tenemos control. El otro solo nos sucede en un contexto de crisis, emergencia y caos.

De lo que hablo es de una comprensión completamente nueva de la prosperidad y la riqueza que cambiará para siempre nuestro estilo de vida (y eso es lo que dolerá). El decrecimiento nos permitiría la configuración del entorno de vida en ciclos económicos regionalizados e interconectados y la re-conciencia de la integración de los seres humanos con la naturaleza.

Como miembros activos del decrecimiento, implicaría comprar menos, reparar más, reducir el consumo de carne y no tener segundas residencias a nivel individual. Esto provocaría una reducción drástica del consumo de energía, materiales y desechos, reforzada por una estructura económica, política y de una verdadera postura protección a la vida en este planeta.

Una de las ideas que sostienen el “decrecimiento” es lo planteado por el astrofísico británico Arthur Eddington, quien creía que la “escasez» era el estado predeterminado de la humanidad. El humano funciona bien, como demuestran los indígenas, en un estilo de vida muy simple que ha existido durante los últimos 100,000 años. También necesitamos un nuevo enfoque en la ciencia de los materiales, en el que utilizamos la química cuántica, los nanomateriales y el material regenerativo en lugar de los enfoques tradicionales para crear nuevos materiales ecológicos.

Mucho de esta cultura de “decrecimiento” ha traído movimientos como el “minimalismo”,  la tendencia a reducir a lo esencial, a despojar de elementos sobrantes. La frase que resume la filosofía minimalista es la famosa «menos es más», atribuida al arquitecto moderno Mies Van der Rohe.

https://www.youtube.com/watch?v=GGKODyhThRM

Obviamente hay crítica importantes como la del filósofo Hermann Lübbe, quien menciona que el movimiento de decrecimiento pone en riesgo el progreso humano. En su pensamiento, es justo la riqueza generada por el crecimiento, la que permite sostener el progreso científico y tecnológico y, por lo tanto, un mayor crecimiento. En su visión, el progreso tecnológico significa «futuro». Un futuro en el que podamos afrontar los mayores desafíos con «mejores» herramientas. Y el capitalismo es una buena forma de seguir impulsando este progreso tecnológico.

Estados Unidos y el fin del estilo de vida actual

Muchos críticos de Estados Unidos y su modelo, han mencionado que probablemente dicha nación sea recordada como el país que mató al planeta. El país que marcó el comienzo de una era de calentamiento global radical. El país que llevó a una civilización a la implosión. La nación que alteró el equilibrio de la vida tal como la conocemos en la tierra de formas absolutamente fatales.

Y es que los datos son brutales, Estados Unidos es la nación que ha emitido más carbono, por un camino muy, muy largo de su historia: 410 gigatoneladas de carbono desde la industrialización. En comparación a Francia que ha emitido menos de 40. Ninguna nación industrializada se acerca a la escala de las emisiones de carbono de Estados Unidos en casi un orden de magnitud, un decimal entero. El segundo lugar pertenece a China. China emitió alrededor de 220 gigatoneladas, la mitad de las emisiones de Estados Unidos, en total.

La economía de Estados Unidos es 80% de consumo y 20% de inversión. Esa es la tasa de consumo más alta del mundo porque Estados Unidos diseñó la economía global para que los estadounidenses pudieran consumir de formas grotescas y casi obscenas. Las emisiones de carbono de China provienen de la producción, no del consumo. China está produciendo cosas para exportarlas a Estados Unidos. China se convirtió en varias décadas, en un engranaje en la máquina económica de Estados Unidos.

El problema actual es que estos datos todos tenemos acceso, pero Estados Unidos solo ha mostrado indiferencia. Su proyecto de nación sigue impulsando el consumo excesivo, concentrados en trivialidades. Incluso se piensa que la única forma de cambiarlo todo es diseñando un “Plan Marshall” para el mundo. La mayor ola de inversión, acciones, proyectos, cambios en el estilo de vida, en toda la historia de la humanidad. Un movimiento que defina un nuevo modelo económico, social, político, cultural que nos permita dejar de pensar de forma “humano centrista” y comenzar a pensar de forma “vida centrista”.

El papel de la ONU

Si lo pensamos bien, ya existe ese “Plan Marshall” para el mundo. Son los 17 objetivos de desarrollo sostenible de la ONU aprobados en 2015 , que deberían convertirse en el proyecto más ambicioso en la historia de la humanidad. Probablemente los recursos de Elon Musk, Jeff Bezos y Richard Branson combinados a estos objetivos, inspirarían al resto del mundo a participar y promoverlos. Pero lamentablemente… no es prioridad para el modelo capitalista actual. Y lamentablemente, no por culpa de Estados Unidos, nuestra generación será recordada como la generación que sumida a en su arrogancia capitalista, no hizo nada por salvar al planeta.

John Stuart Mill,  un filósofo, político y economista británico, representante de la escuela económica clásica y teórico del utilitarismo, creó el concepto «hombre económico”(Homo œconomicus), utilizado en la escuela neoclásica de economía para modelar el comportamiento humano. Esta representación teórica se comportaría de forma racional ante estímulos económicos siendo capaz de procesar adecuadamente la información que conoce, y actuar en consecuencia.

En el fondo, los humanos reaccionamos solo por interés propio motivados por nuestra capacidad de obtener ganancias por nuestros actos. Hemos llegado a un punto de la historia en donde las grandes corporaciones tienen los recursos, los conocimientos, la tecnología y las redes para abordar los problemas ambientales, pero están confundidas por el dicho de Milton Friedman de la década de 1970: «maximizar la riqueza de los accionistas». Y no están dispuestas a desafiar o cuestionar ese status quo que los llevó a liderar empresarialmente al mundo. En el fondo, es más fácil invertir billones de dólares en la economía que afrontar el problema medioambiental, que pone en peligro la existencia humana. Porque lo consideran “nada rentable”.

Este enfoque único de las ganancias hizo que el capitalismo de los accionistas se desconectaran de la economía real y, como resultado, muchos se dan cuenta de que esta forma de capitalismo ya no es sostenible.

Para la Reunión Anual del Foro Económico Mundial de 2020, el capitalismo de las partes interesadas (Stakeholder Capitalism) se convirtió en un tema importante. Klaus Schwab, fundador y presidente ejecutivo del Foro Económico Mundial describe la necesidad de un mejor tipo de capitalismo. El modelo dominante actual es el capitalismo de accionistas (shareholder capitalism), un modelo que permitió prosperar a cientos de millones de personas en todo el mundo, ya que las empresas con fines de lucro abrieron nuevos mercados y crearon nuevos puestos de trabajo.

El segundo modelo es el capitalismo de estado o político (state or political capitalism), que confía al gobierno la determinación de la dirección de la economía y ha ganado prominencia en muchos mercados emergentes como China. El tercer modelo es el mencionado capitalismo de partes interesadas, que posiciona a las corporaciones privadas como fideicomisarios de la sociedad.

El manifiesto establece que las empresas deben pagar su parte justa de impuestos, mostrar tolerancia cero con la corrupción, defender los derechos humanos en todas sus cadenas de suministro globales y defender un campo de juego competitivo, particularmente en la economía de plataforma (Platform Economy). Hemos visto un movimiento hacia un enfoque en las partes interesadas en una sociedad en la que los Millennials y la Generación Z ya no quieren trabajar, invertir o comprar en empresas que carecen de valores más allá de maximizar el valor para los accionistas.

Innovación sostenible

Todo esto nos lleva a pensar de forma contundente que la economía y el espíritu empresarial son herramientas antiguas que deben actualizarse. Los avances en la comprensión del biomimetismo también apoyan esta conclusión. Quizás, en lugar de economía, deberíamos estar enseñando el comportamiento más fundamental de todos los seres vivos: explorar, explotar, conservar, compartir; en un enfoque iterativo para manejar la incertidumbre, el caos y el orden. Este sencillo marco inspiraría una nueva revolución científica e industrial así como los fundamentos de la innovación y el espíritu empresarial, básicamente todo el espectro del comportamiento económico. En síntesis, necesitamos diseñar un equilibrio entre los sistemas naturales y artificiales.

Muchos han hablado de ese equilibrio como “innovación sostenible”. La innovación sostenible comprende que no necesariamente tenemos que elegir entre las ganancias y el medio ambiente, y es posible que no tengamos que cambiar la velocidad por la seguridad. Podemos tener ambos mundos.

La innovación sostenible habla de una ideología en donde el propósito de su organización, el impacto social y la conciencia mundial, construyen una nueva fase de “relevancia + relación” (antes obsesionados por el posicionamiento y el impacto). Este es un nuevo idealismo, construido a través de nuestra habilidad creativa para resolver problemas y nuestra capacidad de innovar y mejorar.

En Blackbot siempre hemos creído que cuando logremos que las mentes creativas de nuestra generación, dejen a un lado a las grandes “marcas comerciales” y comiencen a apoyar, colaborar y crear propuesta de valor que sean deseables no solo desde una perspectiva humana, sino también desde una perspectiva planetaria y de vida; realmente comenzaremos una revolución en un contexto que nos nos exige más inteligencia, un pensamiento sistémico más amplio, una experiencia más profunda y una amplia co-creación en todas las disciplinas.

La innovación sostenible se podría convertir en la “nueva normalidad”, un escenario que nos brinde un entendimiento profundo de las compañías y su postura por preservar o recuperar la confianza de las personas en ellos, sin perder la competitividad. Un nuevo “idealismo” que necesita de:

Escaseces por catástrofes.

La escasez que atraviesa la economía está haciendo subir los precios de manera dramática y extraña. Los precios, por ejemplo, de los coches usados ​​se están disparando. La ropa y la comida se han vuelto más caras. Y, por supuesto, la electrónica (ya te enteraste de los chips). Son escaseces de catástrofes. Son causados ​​por lo que Covid hizo con las cadenas de suministro globales.

Esa escasez exacerba las desigualdades existentes. Los ricos y poderosos se saltan la fila, o pagan lo que exigen los especuladores, o ambas cosas. Pero nuestras economías ya son enormemente desiguales: la escasez solo las hará más, especialmente si se comprende que no se trata de una espiral de precios y salarios de inflación, sino de una explosión de precios más o menos generalizada, gracias a los factores exógenos, como la conmoción de una pandemia mundial. La pregunta es ¿puedes permitirte pagar el 20, 30, 40% extra por las mismas cosas, sin que tus ingresos aumenten mucho?

Esto fue lo que nos hizo Covid y ahora piensa en el cambio climático. Vienen mega incendios, mega inundaciones, megatifones, megatemperaturas, megasequías, megafenómenos ambientales. La producción y la distribución estarán en riesgo.

Tenemos la culpa porque basta solo un clic en Amazon Prime y tus productos están en la puerta de tu casa. Pero ese riesgo climático puede acabar con esa inmediatez. Veremos un crecimiento de repartidores, porque los buenos trabajos se están vaciando en la economía, pero al mismo tiempo, también abundará la escasez y no podrás ordenar las cosas para que las entreguen con esa inmediatez como ahora.

¿Qué va a pasar cuando los bienes básicos como medicinas, alimentos y agua no lleguen a la gente? ¿Quién pagará por tener acceso a ellos? Los impactos de esa escasez no se distribuirán de manera equitativa o justa. Los que no tienen poder serán los que más sufrirán. ¿Quién se beneficiará de esa escasez? Los más ricos.

Tendremos una sociedad con una sensación de injusticia y desesperación, que alimenta los crecientes movimientos extremistas, conduce a una pérdida de fe en la democracia, las instituciones, las personas, entre sí, el futuro. Tendremos un inevitable derrumbe de nuestra civilización.

Capitalismo de accionistas

El economista y estadístico estadounidense Milton Friedman publicó su ensayo fundamental, «La responsabilidad social de las empresas es aumentar sus ganancias», también conocido como capitalismo de accionistas. Esa visión ha influido durante mucho tiempo en el pensamiento de la gestión, el gobierno corporativo y las estrategias comerciales más amplias. La idea de Milton Friedman es crear una doctrina para las empresas que afirmaba que las corporaciones existen solo para obtener ganancias, y los problemas sociales deben ser administrados por gobiernos y organizaciones sin fines de lucro.

El papel del diseño centrado en el Planeta

En Blackbot una las “Ps” que hemos modelado es la “P” de Planeta. Y con ello hemos insistido en nuestra capacidad de ver hacia el futuro y el diseño centrado en el planeta nos permitiría devolver el planeta en el que vivimos al proceso de diseño. Ya no podemos solo estar conformes con el pensamiento de “People First Capitalism” que promueven compañías como Airbnb de Brian Chesky. El diseño centrado en el planeta será más importante. Plantea un cambio que no ocurre de la noche a la mañana. El diseño centrado en el planeta será un movimiento que involucrará a personas que adoptan deliberadamente esta perspectiva en su trabajo diario para lograr resultados tangibles: iteración por iteración.

Existen cuatro movimientos que nos permiten expandir la práctica del diseño e incluir la perspectiva planetaria en nuestro trabajo. El diseño centrado en el planeta no es antihumano. Sin embargo, pone las necesidades humanas individuales al mismo nivel que las necesidades planetarias.

En el libro Cradle to Cradle, William McDonough y Michael Braungart dejan en claro que la mayor parte del diseño actual propaga el desapego de la humanidad del mundo natural. Es un problema sistémico integrado en el capitalismo impulsado por el crecimiento, que fomenta el gasto y una relación desechable con las «cosas». Braungart y McDonough destacan que bajo este modelo se desperdician grandes cantidades de material, energía y valor y se hace un daño significativo al mundo natural.

El diseño contribuye al derroche a través de la elección de materiales, estrategias de fabricación, hiperconsumo impulsado por la obsolescencia programada y el estilo cosmético. Provocando un problema sistémico que está conectado a todos los niveles de la sociedad. La estructura, los valores y los comportamientos integrados en nuestro sistema deben reevaluarse para que los cambios importantes realmente se afiancen.

El diseño como herramienta para cuestionar, bienvenidos al diseño crítico.

Una metodología explorada por Anthony Dunne y Fiona Raby, profesores del Royal College of Art de Londres, en el libro “Todo especulativo” (Speculative Everything), es que podemos formular hipótesis o preguntas sobre lo que la humanidad puede encontrar valor. Ambos se plantean el como utilizar el diseño como herramienta para crear no solo cosas sino ideas, para especular sobre posibles futuros.

En la cultura actual, los diseñadores suelen ser vistos como solucionadores de problemas. Su función es hacer que un producto sea mejor, más funcional o más bello, o hacer que un proceso sea más eficiente. Pero, ¿y si, en lugar de resolver problemas existentes, ellos son los que plantean problemas? Esto ha dado origen a la idea del “diseño crítico”. Su preocupación no es diseñar productos para enviarlos a un futuro incierto, sino imaginar cómo ese futuro podría ser completamente diferente. El resultado es una serie de escenarios que ayudan a iluminar problemas morales, éticos, políticos, económicos y estéticos.

En “Speculative Everything” , proponen una especie de diseño que se utiliza como herramienta para crear no solo cosas, sino ideas. Para ellos, el diseño es un medio de especular sobre cómo podrían ser las cosas: imaginar posibles futuros. Dunne y Raby plantean preguntas de «qué pasaría si”, que pretenden abrir el debate y la discusión sobre el tipo de futuro que la gente quiere (y no quiere). “Speculative Everything” ofrece un recorrido por un panorama cultural emergente de ideas, ideales y enfoques de diseño. Se basan en la futurología, la teoría política, la filosofía de la tecnología y la ficción literaria. Dunne y Raby sostienen que si especulamos más, sobre todo, la realidad se volverá más maleable. Las ideas liberadas por el diseño especulativo aumentan las probabilidades de lograr futuros deseables. Utilizando la exploración de modelos alternativos para el desarrollo futuro como «herramientas para comprender mejor el presente» y «como catalizadores para el debate público y la discusión sobre los tipos de futuros que la gente realmente quiere». Las ideas especulativas brindan oportunidades para cuestionar nuestro sistema y nuestros valores.

Simbiosis y un enfoque indígena del diseño

La noción de Lo-TEK de Julia Watson es un gran ejemplo de una metodología para el diseño de infraestructura y tecnología que encarna esta dirección. Lo—TEK es un término que deriva del inglés Traditional Ecological Knowledge (conocimiento ecológico tradicional), el cual es un conjunto de conocimientos, prácticas y creencias multigeneracionales que contrarresta el prejuicio de que las innovaciones indígenas son primitivas y ajenas a la idea misma de tecnología.

Estamos inmersos en una era de alta tecnología y extremos climáticos, por un lado nos estamos ahogando en información, datos, contenidos, riqueza intelectual pero por otro lado, nos morimos de hambre por la sabiduría. Este libro explora el ingenio humano milenario sobre cómo vivir en simbiosis con la naturaleza. Un ejemplo es la infraestructura ambiental inusual de “Ganvie” (una ciudad en la república de Benin, en África occidental), una de las más de 100 «tecnologías basadas en la naturaleza» recopiladas, que explora las formas en que la sabiduría indígena puede combatir el enfoque de alta tecnología para diseñar y combatir el cambio climático.

En sus más de 400 páginas, el libro «Lo-TEK Design by Radical Indigenism” describe ciudades, edificios e infraestructura de 20 países, incluidos Perú, Filipinas, Tanzania, Kenia, Irán, Irak, India e Indonesia, sobre cómo aborde una tecnología y un diseño más sostenibles, los mejores ejemplos del mundo derivados del «Conocimiento Ecológico Tradicional» (TEK): técnicas y tecnologías desarrolladas e incubadas en sociedades indígenas.

«Creo que el tema central del libro es realmente cuestionar lo que consideramos tecnología y decir que la naturaleza puede adaptarse y formar una tecnología que podamos aplicar a la forma en que vivimos en este mundo. Todos ellos han nacido de personas que viven en su entorno, utilizando lo que llamamos, en las ciencias ecológicas, ‘simbiosis’ como un proceso fundamental para el cual construyen y viven”.
Julia Watson

Julia ha investigado muchas tecnologías autóctonas altamente adaptadas y complejas que existen fuera del ámbito de la alta tecnología, cada una con el potencial de apoyar a la humanidad a través de una relación “simbiótica” con la naturaleza. Necesitamos estudiar esa tecnología y adoptar “principios de diseño indígena”, muchos de los cuales tienen miles de años, para ayudar a las ciudades de todo el mundo no solo a mitigar el impacto del cambio climático, sino a ser resilientes para el futuro.

Julia Watson proporcionan alternativas viables a los sistemas actuales. Imaginar su adopción generalizada es relativamente fácil porque cada uno ya es una solución funcional. Si bien actualmente es un lugar específico y sin precedentes para la integración de todo el sistema, no es difícil imaginar un futuro en el que se adopten los principios de LO-TEK. Este es un futuro especulativo lleno de esperanza, uno que nos abre los ojos al hecho de que podríamos relacionarnos con nuestro mundo de una manera mucho más consciente y sostenible. Ideas especulativas como esta, con aplicación en el mundo real, podrían inspirar a las personas y ayudar a cambiar el curso del desarrollo humano.

La humanidad necesita reconocer el hecho de que los humanos no somos superiores ni la especie más importante de este planeta, así que necesitamos ser simbióticos con ella. En un futuro, cuando hablemos sobre el “buen diseño”, será aquel que fortalezcan la conexión entre la humanidad y la naturaleza. El “buen diseño” fomentará el bienestar humano dentro de los ecosistemas naturales, promoviendo la simbiosis en lugar de la dominación o la ambivalencia. Esa relación permitirá que la Tierra prospere y reconecte a la humanidad con la naturaleza como participante, no como superior.

La importancia de la Economía Circular

Otro de los conceptos necesarios en este nuevo diseño del capitalismo es el concepto de economía circular, el cual ha existido desde 1966, pero recientemente fue popularizado por la Fundación Ellen MacArthur, quien colaboró ​​con McKinsey & Company para publicar un informe en 2012 titulado «Hacia la economía circular: fundamento económico y comercial para una transición acelerada” . Este informe fue el primero de su tipo en considerar la oportunidad financiera presente al pasar de nuestro actual modelo económico «lineal» a uno que es “circular».

Plantea lo que hemos comentado en todo este artículo: nuestra «economía lineal» actual adopta un modelo de producción de «tomar, fabricar y desechar». Una vez que un producto llega al final de su vida útil, se desecha como residuo. Sin embargo, cada vez que hacemos esto, consumimos un suministro limitado de recursos, a menudo produciendo desechos tóxicos como subproducto, lo cual no es sostenible a largo plazo.

La “Economía Circular” es el concepto de un sistema económico de circuito cerrado, en el que se eliminan los residuos y el valor de las materias primas se vuelve a capturar y reutilizar continuamente. Es un enfoque regenerativo modelado a partir de los sistemas «vivos» del mundo natural, en el que todos los «desechos» se convierten en «alimento» para otro proceso. Una economía circular recupera materiales para usos industriales a través de «ciclos técnicos» (por ejemplo, metales), o como componentes regenerativos de la naturaleza en «ciclos biológicos» (por ejemplo, composta). La Fundación Ellen MacArthur propone cuatro bloques de construcción esenciales:

Muchas empresas ya están adoptando estos principios de economía circular. Una de ellas es Rent the Runway https://www.renttherunway.com/ quienes proponen re-imaginar la propiedad individual en la industria de la confección, inspirando a otras nuevas empresas de indumentaria y minoristas existentes a probar modelos comerciales basados ​​en el alquiler.

Otra compañía que hemos seguido con mucha atención es “Adidas”, los cuales han convertido los desechos plásticos del océano reciclados, en sneakers y ropa deportiva a través de su colección “Parley” , con el objetivo de reemplazar todo el poliéster virgen con poliéster reciclado para 2024. Su próximo proyecto es el zapato Futurecraft Loop, destinado a ser 100% reciclable en otro zapato a través de un proceso de fabricación de ciclo cerrado, que se espera que se lance en 2022.

https://www.youtube.com/watch?v=Y_UkE9w-cNM

¿Qué pasa si no hacemos nada?

Hace unos días tuvimos acceso un estudio que se publicó en el Yale Journal of Industrial Ecology en noviembre de 2020 y está disponible en el sitio web de KPMG. Este estudio concluye que la trayectoria actual de la civilización global se dirige hacia el declive terminal del crecimiento económico en la próxima década y, en el peor de los casos, podría desencadenar el colapso social alrededor de 2040.

El estudio representa la primera vez que un analista de primer nivel que trabaja dentro de una entidad corporativa global dominante se toma en serio el modelo de «límites al crecimiento”. Su autora, Gaya Herrington, es responsable del análisis de sistemas dinámicos y de sostenibilidad en KPMG en Estados Unidos. Sin embargo, decidió emprender la investigación como un proyecto personal para comprender qué tan bien el modelo MIT resistió la prueba del tiempo.

Herrington realizó la investigación como una extensión de su tesis de maestría en la Universidad de Harvard en su calidad de asesora del Club de Roma. Sin embargo, se la cita explicando su proyecto en el sitio web de KPMG de la siguiente manera:

“Dada la perspectiva poco atractiva de un colapso, tenía curiosidad por ver qué escenarios se alineaban más estrechamente con los datos empíricos actuales. Después de todo, el libro que presentó este modelo mundial fue un éxito de ventas en los años 70, y ahora tendríamos varias décadas de datos empíricos que harían una comparación significativa. Pero para mi sorpresa, no pude encontrar intentos recientes para esto. Así que decidí hacerlo yo mismo “.

El nuevo análisis de Herrington examina datos de 10 variables clave, a saber, población, tasas de fertilidad, tasas de mortalidad, producción industrial, producción de alimentos, servicios, recursos no renovables, contaminación persistente, bienestar humano y huella ecológica.

Descubrió que los datos más recientes se alinean más estrechamente con dos escenarios particulares, «BAU2» (negocio como de costumbre) y «CT» (tecnología integral). La autora del estudio, Gaya Herrington, dijo que en los modelos MIT World3, el colapso «no significa que la humanidad dejará de existir», sino que «el crecimiento económico e industrial se detendrá y luego disminuirá, lo que dañará la producción de alimentos y el nivel de vida». … En términos de tiempo, el escenario BAU2 muestra una fuerte caída para establecerse alrededor de 2040.

Cuando llegue ese escenario y estalle frente a nosotros ese problema… solo huiremos. Huiremos de los cinturones de incendios (migraciones masivas) , inundaciones, temblores, sequías y plagas. Mientras eso sucede, economías enteras comenzarán a colapsar y las sociedades se derrumbarán. Las tierras agrícolas comenzarán a caer (por eso Bill Gates ha comprado tierras agrícolas, quiere tener el control de los alimentos), las fábricas tendrán menos materias primas, los sistemas de infraestructura básica (transporte, alimentos, agua, energía) comenzarán a fallar. Los precios se dispararán y solo los más ricos podrán estar en esa economía de la emergencia.

Veremos nuevas ciudades nacer. Ciudades creadas por compañías tecnológicas. Amazon, Facebook, Google ya poseen proyectos de diseño de ciudades con sus propias economías, con sus propias monedas. Ciudades amuralladas donde solo los más aptos al nuevo sistema podrán entrar. Regresamos a un estado cuasi medieval de la política, la economía y la sociedad. Veremos una vez más a señores y siervos, reyes y nobles con superpoderes dotados de tecnología. Vigilancia y diseño algoritmo. Sobrevivencia inducida explotando vidas, sin valor.

La pregunta es ¿cómo te prepararás ante tal contexto?

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