A lo largo de los años hemos descuidado el poder de restar. En comparación con los cambios que suman, los que restan son más difíciles de pensar. Incluso cuando ya logramos pensar en ello, restar puede ser más difícil de implementar. Pero tenemos que cambiar. No podemos ni debemos dejar que esta desatención le siga pasando la factura a nuestras ciudades, nuestras instituciones y nuestras mentes.
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